Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Samuel 2, 3-33

3 No multipliquéis palabras altaneras. No salga de vuestra boca la
arrogancia. Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar las acciones.


4 El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de
fuerza.

5 Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La
estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita.

6 Yahveh da muerte y vida, hace bajar al Seol y retornar.
7 Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza.

8 Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para
hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de
Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo.

9 Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas,
(pues que no por la fuerza triunfa el hombre).

10 Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el
cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el
cuerno de su Ungido.»

11 Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para servir a Yahveh a
las órdenes del sacerdote Elí.

12 Los hijos de Elí eran unos malvados que no conocían a Yahveh

13 ni las normas de los sacerdotes respecto del pueblo: cuando alguien
ofrecía un sacrificio, venía el criado del sacerdote, mientras se
estaba
cociendo la carne, con el tenedor de tres dientes en la mano,

14 lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola o el
puchero, y
todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote se lo quedaba; y así hacían con
todos los israelitas que iban allí, a Silo.

15 Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el criado del
sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame carne para asársela al
sacerdote, no te aceptará carne hervida, sino solamente carne cruda.»

16 Y si el hombre le decías: «Primero se quema la grasa, y después
tomarás cuanto se te antoje», le respondía: «No, me lo darás ahora
o lo
tomo por la fuerza.»

17 El pecado de los jóvenes era muy grande ante Yahveh, porque
trataban con desprecio la ofrenda hecha a Yahveh.

18 Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho vestido con efod
de lino.

19 Le hacía su madre un vestido pequeño que le llevaba de año en
año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio anual.

20 Bendecía luego Elí a Elcaná y a su mujer diciendo: «Que Yahveh
te conceda descendencia de esta mujer, a cambio del préstamo que ella ha
cedido a Yahveh.» Y ellos se volvían a su lugar.

21 En efecto, Yahveh visitó a Ana, que concibió y dio a luz tres hijos
y dos hijas; el niño Samuel crecía ante Yahveh.

22 Elí era muy anciano; oyó todo cuanto sus hijos hacían a todo Israel,
23 y les dijo: «¿Por qué os portáis de ese modo que yo mismo he oído

comentar a todo el pueblo?

24 No, hijos míos, los rumores que oigo no son buenos...


25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el árbitro; pero si
el hombre peca contra Yahveh ¿quién intercederá por él?» Pero ellos
no
escucharon la voz de su padre, porque Yahveh deseaba hacerles morir.

26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a
Yahveh como a los hombres.

27 Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh.
Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en
Egipto al servicio de la casa de Faraón.

28 Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para
subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he
concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de
los hijos de Israel.

29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y
pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones
de mi pueblo Israel?

30 Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo había dicho que tu
casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora -
palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran,
yo les honro, pero los que me desprecian son viles.

31 He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la
casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no
lleguen a
madurar.

32 Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y
nunca habrá hombres maduros en tu casa.

33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se
consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá
por la espada de los hombres.